Desde las últimas entradas en las que  hablaba sobre mi pequeña crisis rolera, hemos jugado un par de partidas,  y la verdad es que nuestro grupo ha superado con creces esta nueva  ordalía.
Entre otras cosas, he  procurado hacer que cada uno se encargue de algunas cosillas que, desde  siempre, habían sido cosa mía. Otros grupos lo deben hacer así por  norma, pero en mi caso yo me había acostumbrado a realizar las cosas de  cierta manera, lo que, aunque parecía no tener efecto en la partida, me  ha dejado más tranquilo para rolear y centrarme en la trama y los  personajes.
La idea que tuve fue  dar al grupo algo que hacer durante la partida, además de, lógicamente,  llevar a su personaje. Sin embargo, en la práctica eso se redujo a  cuatro de mis jugadores, ya que prefería dejar 'exentos para el  servicio' a Miki, Alex y Alfredo, debido a que no siempre pueden  asegurar su asistencia.
En primer  lugar, debido a que el resto de jugadores tendrán esas cosas por hacer,  los PJs de los jugadores que no vengan serán llevados sin excepción por  Guille (o por un servidor), queien además hará la función de 'líder'  del grupo (o mejor dicho, de voz del grupo hacia mí), independientemente  de su personaje.
Por otro lado, a  Ana le dimos la siempre engorrosa tarea de 'mapear' para el grupo, algo  que siempre había ido haciendo yo mismo. La verdad es que su trabajo en  estas dos partidas ha sido excepcional, y más que 'mapear', ella  'delinea' los lugares que el grupo atraviesa, sin que ello merme la  rapidez de juego. Además, sea por esta causa, o por su propia fuerza de  voluntad, Ana ha intervenido mucho más en estas dos partidas,  resolviendo así en parte su asignatura pendiente.
A  mi querida Vaire, que generalmente se lleva manualidades genéricas para  hacer durante la partida, le otorgué el placer de llevar el registro de  la partida (lo que siempre había dejado para mi memoria). La verdad es  que el hecho de que ella se entretenga con otras cosas fuera de la  partida no es algo que me ofenda, pero sí me preocupa, ya que eso  significa que se aburre (y eso, es culpa, entre otras posible causas,  del Narrador). El método para resolverlo no es sólo darle otra tarea que  hacer sino, sobre todo, acelerar el ritmo de la partida. Y eso es algo  que, en general, hemos resuelto estas semanas.
Por  último, pero no por ello menos importante, al siempre activo Roberto le  añadí una tarea a la que ya tenía (manejar el tesoro), que consiste en  organizar la iniciativa y los modificadores del combate. De esa forma,  Robi se mantenía ocupado en las fases de investigación (con el tesoro) y  en las fases de combate (con la iniciativa), y esas bromas suyas se  reducirán. Que no digo yo que sus bromas sean contraproducentes en  pequeñas dosis, pero es que cuando se queda demasiado tiempo desocupado,  las risas llegan a parar en exceso la partida.
Y  eso es todo por ahora; en una posterior entrada analizaré un poquito el  juego de las últimas semanas. La verdad es que con estas pequeñas  medidas, y una buena dedicación de un servidor, las dos últimas partidas  han sido, si no tan buenas como las de los viejos tiempos, lo  suficientemente entretenidas como para querer seguir adelante con la  larga campaña que nuestro grupo está llevando a cabo (ya nos acercamos a  los seis años).
 
 
 
 


