Reseña: Preludios de la Dragonlance (4-6)


Aunque el conjunto lleva por título Preludios II (hay que ver qué gusto tienen en esta ambientación por las trilogías), estas tres novelas forman una misma serie con las que ya vimos hace unas semanas. Estas obras cuentan, en principio, lo que les sucedió a los Compañeros de la Lanza durante los cinco años que transcurren entre la separación del grupo y su reunión al inicio de las Crónicas. Pero eso es, como digo, en teoría. En la práctica, las novelas resultan excesivamente episódicas, y podrían ser protagonizadas por héroes genéricos. Y salvo una excepción, tampoco puede decirse que resulten exclusivas o paradigmáticas de la ambientación.

Veámoslo con sólo un poco más de profundidad.

La misión de Riverwind, en el original Riverwind the Plainsman, es obra de Paul B. Thomson y Tonya R. Carter, y no de los dos autores principales de la ambientación (Margaret Weis y Tracy Hickman), que es lo que pone en mi edición -aunque prefiero que se equivoquen en eso, y no comentan un gazapo en el título, como en la que les muestro-. Aunque va situada en primer lugar de esta segunda trilogía, yo la pondría la última, tanto por cronología como por introducir algunos hechos que luego serán los que inicien las Crónicas. La obra narra las peripecias de Riverwind para conseguir la Vara de Cristal Azul que luego portará Goldmoon. Aunque estos dos personajes no pertenecían al grupo inicialmente, su inclusión en la serie viene avalada porque, eso sí, formarán parte de los Compañeros a partir de las Crónicas, y porque el motivo del viaje de Riverwind es el mismo que aquel que daba inicio a los periplos del resto: la búsqueda de una prueba de que los llamados dioses verdaderos no han abandonado a los habitantes de Krynn. El inicio de la novela resulta un tanto incompleto, habida cuenta de que parece partir del relato corto de Laura Hickman y Kate Novak, El corazón de Goldmoon, aparecido en Historias de Ansalom. Por ejemplo, en varias ocasiones se hace referencia a un personaje que aparece en el relato, sin dar demasiadas explicaciones. La historia resulta bastante aburrida. Durante la primera parte, Riverwind atraviesa las llanuras guiado por los huesos que lanza de tanto en tanto su inesperado compañero (el loco del poblado). El resto es una incursión en la ciudad hundida de Xak Tsaroth, la cual sería bastante interesante si no fuera porque alguien que conozca las Crónicas (y eso es lo primero -casi lo único- que cualquiera debería leer de esta ambientación) ya ha visitado el lugar y sabe que el desmemoriado Riverwind estuvo allí. Aunque los personajes están bastante bien construidos, la trama es demasiado sencilla, y por si fuera poco el final se alarga innecesariamente, como este párrafo.

Flint, rey de los gullys, Flint the King en el original, fue escrita por Mary Kirchoff y Douglas Niles (aunque en algunas portadas, como la que les muestro, aparecen los autores de la anterior). Bajo mi punto de vista, la mejor de la serie, aunque únicamente por ser la más «dragonlanciana» y la que mejor conserva el carácter del personaje, tal y como fuera en Crónicas. Flint regresa a casa y se encuentra con que los enanos malotes de Thorbardin tienen montado un negocio de armas, cual señores de la guerra. Su familia está de capa caída, y por unas razones u otras, acaba en la propia ciudad subterránea, protagonizando una suerte de profecía de los gullys. Personajes algo planos (con un cambio de actitud un poco brusco al final), pero una historia entretenida que en ocasiones hasta logra enganchar.






Tanis el Semielfo, llamado por algún motivo que no alcanzo a entender Tanis, the Shadow Years, es básicamente la fumada de la serie. Obra de Barbara y Scott Siegel (parece que el error de corta-pega sigue, ya que en algunas portadas aparecen de nuevo Thomson y Carter), la novela narra el encuentro fortuito entre Tanis y un mago moribundo, quien le invita a visitar sus recuerdos para rescatar a su amada y traerla con él, de tal forma que pueda verla antes de morir. Además, así Tanis aprovecha y conoce quién fue su padre (se refiere, no lo olvidemos {modo drama on}, al humano que forzó a su madre elfa, quien después del parto se suicidó). La historia funcionaría mejor, a mi entender y ya que estamos en un universo mágico, con un portal al pasado, porque el tema de los recuerdos da lugar a algunas incongruencias, como que el semielfo pueda mantener una conversación con dos personas mientras el mago no está presente. Además, la narración es lenta y los personajes unos simplones de motivaciones únicas.

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