Portada de Ciruelo |
A Ed Greenwood hay que agradecerle la creación de los Reinos Olvidados, y como ya dije cuando reseñé la saga de Elminster, lo que sorprende es que un escritor capaz de idear entretenidas anécdotas sobre un simple objeto mágico (como sucede, por ejemplo, en sus artículos para la revista Dragón) defraude tanto cuando se trata de una novela.
Como en el caso comentado, Fuego mágico es un libro sin estructura, aburrido en muchas ocasiones, basado en la superposición de duelos mágicos y con muy poca chicha. La experiencia del lector es cuanto menos caótica, y por si fuera poco sus casi quinientas páginas resultan excesivas para lo que cuenta. En realidad se trata de una primera entrega de la serie sobre Shandril Sheshair (su protagonista), aunque en castellano no disponemos del resto. He podido leer que se había pensado traducir las otras, pero en caso de que lo hayan hecho o lo vayan a hacer, no pienso acercarme a ellas.
La historia comienza en la posada donde trabaja Shandril (en realidad, ha vivido allí desde pequeña, cuando la trajo el dueño). Como está aburrida, y no conoce nada del resto del mundo, decide escaparse y unirse a una compañía de aventureros que se dirigen a las peligrosas ruinas de Myth Drannor. A partir de aquí empieza el jaleo: el grupo sufre un ataque de un dragón, y mueren en su totalidad; Shandril es capturada, y será posteriormente rescatada por otro grupo, que se hace llamar los Caballeros de Myth Drannor. Todos poderosísimos y divertidísimos, y amigüitos de Elminster y del señor del Valle de la Sombra. La presencia de todos estos personajes copa las largas páginas centrales del libro, y aún así uno no llega a conocerlos más que como estereotipos simplones.
Imagen de la edición original |
Pero me dejo algo en el tintero. Lo mejor de lo mejor es ver cómo, después de que Shandril destruya a un dracoliche con su fuego mágico (una suerte de plasma que puede lanzar por algo que sucede; tampoco voy a contar todo el libro), una maga y otro dracoliche atacan al grupo para cobrarse venganza, y también son eliminados. Luego le toca el turno a otro archimago, y a otra mucha gente. Los malos siguen empeñados en hacerse con el poder de Shandril. Pero ella está protegida por los Caballeros y por Elminster, quienes no dudan en usar su magia para protegerlos y mantenerlos vigilados. Como ya he indicado, la magia le sale a este libro por los poros de todas sus páginas.
Creo que lo más interesante son las cinco o seis páginas donde se explica la historia de los padres de Shandril, pero para llegar a ese punto hay que tragarse cuatrocientas páginas y un montón de encuentros que sólo están ahí porque así lo quiso Greenwood. Y todo, para que al final la historia la cuente el dueño de la posada donde la historia empezó. Mira tú por dónde.
En fin, yo les aconsejo que si ven la portada de Ciruelo, la observen atentos, refocílense en lo evocadora que resulta, y luego huyan, no sea que el libro se abra mágicamente y les obligue a que lo lean.
Eres un auténtico Crack! Cogí por banda este libro en verano, y fui incapaz de pasar de las ciento y pico páginas. Todo un despropósito de encuentros con bichos malos y un argumento inexistente.
ResponderEliminarPersonajes típicos y planos a más no poder. Más que un libro, una tomadura de pelo. :P
Yo estuve a punto de dejar su lectura también, más o menos por la mitad. De hecho, me he leído unas cuantas cosas antes de retormarlo, simplemente por "orgullo profesional" XD.
EliminarUn saludo, amigo.
¡El primer libro que leí de Reinos Olvidados! Hace ya la tira de años. Y es de los que dejan huella (o mejor dicho, cicatrices); Cuando Shandrill les quita a sus pertenencias a los aventureros que han parado en la posada en la que trabaja, colándose en sus habitaciones, demostrando así que es una ladrona, para que la recluten. Y le funciona y todo.
ResponderEliminarLo peor es que después de haber leído algunos libros más de Ed Greenwood llegué a la conclusión de que este era tal vez el mejor, exceptuando quizá al primero de los dedicados a Elminster. Los siguientes de este mago, por ejemplo, son ya delirantes.
Hay algo, en cambio, que no le puedo negar al autor de Forgotten Realms, y es su tremendo entusiasmo. Por muy deficiente que sea como autor literario, con estructuras inexistentes, los acontecimientos se amontonan más que organizan, siempre me ha parecido muy palpable el aprecio de Greenwood por el mundo que ha creado. Y ese entusiasmo, lejos de la frialdad de muchos otros libros escritos simplemente por encargo, se nota, e incluso lo encuentro contagioso. Por muy malo que sea Fuego Mágico, ayudó a que me interesara por Faerun cuando era un adolescente.
Esa cualidad no salva sus novelas, pero sí sus manuales y suplementos de juego, que muestran un tono similar en su redacción. Por ello, aunque las novelas de Greenwood me parecen penosas, me lo he pasado muy bien leyendo muchos de sus trabajos para AD&D.
Pero sí, el libro es malo con avaricia.
De nuevo coincidimos, compañero. Greenwood es un verdadero maestro a la hora de rellenar los huecos de los Reinos (de hecho, la cantidad de material que creó para su propio mundo de campaña fue lo que hizo que en su momento se publicara de manera oficial). Sin embargo, la impresión que queda tras leer sus novelas es que no ha sabido plasmar adecuadamente las buenas ideas que pudiera tener.
EliminarComo siempre, un placer tenerte por aquí para redondear la reseña. ¡Salud!