Descubrimientos sobre las Guerras del Delta, patrocinados por la LRKE

La Liga Real Kalmateña de Exploradores ha obtenido nuevos detalles sobre las casi desconocidas Guerras del Delta. El patrocinio ofrecido a grupos de aventureros para obtener información geográfica o histórica ha dado nuevamente sus frutos.
En esta ocasión las Tres Rosas, nuestro querido grupo de aventureras originarias del norte del Imperio de Brodiva, se internó en las catacumbas bajo uno de los zigurats de Nylia, y consiguió rescatar del olvido que producen las brumas del tiempo unas vitelas datadas en la Era Crecida. A pesar de que tenemos que lamentar la muerte de Cadru Dunac, que Dom-Tarien la proteja, este se trata de uno de los descubrimientos históricos más importantes.
A continuación resumimos la historia de estos hechos.

A mediados del primer milenio, la expansión de los albos les llevó hasta la parte norte del delta del Tauma, cuya parte meridional había sido colonizada por los cábiros procedentes de la Isla de Viola. El conflicto ocupó varias generaciones, extendiéndose a lo largo de casi un siglo. Hubo cuatro campañas principales, algunas separadas por lustros, otras casi simultáneas.
Las fértiles tierras del delta fueron objeto de negociaciones y disputas, pues los cábiros pensaban que dar a los albos la zona norte conllevaría con el tiempo quedar bajo el influjo de su cultura y, por tanto, arriesgarse a perder la suya propia. Con el crecimiento demográfico, las riñas se agravaron.
Habiendo fracasado la diplomacia, los albos se lanzaron a la conquista de una tierra que consideraban desaprovechada por puro egoísmo. Así comenzó la Primera Guerra del Delta (CS 537), que estuvo conformada por varias batallas al norte de la zona. Tras veinte largos años de luchas, los albos, que habían estado liderados por Aralin Dulag, se declararon vencedores y llamaron a su nueva tierra Nylia, la Atormentada.
Sin embargo, y como represalia, se preparó una flota de navíos en la Isla de Viola, que, una vez lista - cinco años después -, se dirigió hacia Nubïnica, en la desembocadura del Arqrim, ciudad que fue asaltada y tomada tras un largo asedio. Este hecho comenzó la Segunda Guerra del Delta (CS 562), llamada así aunque tuviera lugar muy al norte, en tierras de la actual Ilder. Los cábiros realizaban incursiones y brutales ataques en tierras albas, mientras que los albos exprimían a la población en las tierras ocupadas del delta. Tras siete años de luchas, ambos bandos, agotados, firmaron una débil tregua.
Una década después, los cábiros del delta trataron de hacerse con los pasos de los Montes Traviesos, para recibir beneficios por el comercio entre el delta y la zona del Lago de Fuego. Tras algunos meses de batallas, los albos de la zona lanzaron un
autalar, un poderoso sortilegio defensivo que sumió un perímetro de cientos de metros alrededor de la cordillera en una neblina que confunde a los que penetran en ella y hace casi inalterable su interior. Estos efectos, que duran hasta hoy día, consiguieron su objetivo, aunque en exceso: tanto cábiros como albos abandonaron estos lugares, y tuvieron que encontrar nuevas rutas comerciales. Este conflicto es conocido como la Tercera Guerra del Delta (CS 572).
El conflicto entre albos y cábiros se reanudó de nuevo en la zona del delta treinta años después, debido principalmente al crecimiento de la población. El desarrollo de la magia durante los años previos puso a los albos bastante por encima de sus rivales, pero sus excesos sumieron la zona en un completo desastre, y los cauces del delta fueron desviados en su mayoría. Así acabó la Cuarta Guerra del Delta (CS 602), un conflicto resuelto en unos tres años.
El consejo de los albos, sin embargo, juzgó con acritud y severidad la actuación de sus generales, y forjó una paz con los cábiros. El Tratado del Delta conllevó la devolución de gran parte de las zonas conquistadas, y fuertes damnificaciones costeadas por los magos y generales castigados, entre los que se encontraba Aralin Dulag. Los albos firmaban la paz 76 años después de iniciar un conflicto que habían ganado, imponiéndose a sí mismos unas condiciones de perdedores.