One-shot previo a La larga derrota


A veces la vida real se vuelve más exigente. Niños, trabajos, enfermedades... A veces la cosa se pone tan cuesta arriba que puede destruir un grupo de juego. No es una tragedia, claro, frente al drama personal que viven muchos a diario. Pero la muerte de un grupo llega en muchas ocasiones silenciosamente; se queda menos, menos, hasta que al final ni se queda; y cuando eso ya no le molesta a nadie, o no se puede hacer nada por evitarlo, la sentencia es firme.

Mi grupo siempre ha sido de los grandes. Partidas de seis y siete jugadores eran lo normal, y no resultaba descabellado que en alguna sesión fuera alguno más. Diez ha sido mi récord en dos ocasiones. Dos ocasiones de caos, más o menos aceptado y mejor o peor llevado. Por eso quizá cuando el grupo queda reducido a tres personas, me resiento. Y, salvo alguna excepción, no me gusta jugar con solo dos jugadores.

Así que cuando la vida se puso exigente, y las partidas con cuatro se volvieron extrañísimas, confieso que pensé que había llegado el fin. Después del parón veraniego, me daba pereza continuar la campaña de Las máscaras, que con tanta ilusión había empezado. Así que cuando conseguimos hacer una quedada con tres jugadores, les propuse jugar un one-shot en la Tierra Media. Y luego la cosa se quedó parada algunas semanas más. ¿Podría jugar alguna vez ese campañote que tenía pensado para Tierra Media? La verdad, pensaba que quizá con mis hijas tendría más posibilidades. Y eso que todavía tienen 7 y 3 años.

Y, sin más ni más, una conversación afortunada durante la jornada laboral me devuelve la esperanza en la humanidad rolera. Una pareja de nuevos jugadores (uno con bastantes partidas a la espalda) se nos ha unido en nuestra marcha. El otro día jugamos un one-shot rehecho por mí a partir de dos aventurillas breves de La llamada y ambientado en mi querido San Juan de las Dunas. Y, al terminar, de las varias propuestas se eligió... ¡jugar el campañote de la Tierra Media!

Mañana mismo (en unas horas, en realidad, mientras escribo esto) tenemos la primera aventura, así que me he decidido a poner unas notas sobre ese one-shot que jugamos semanas atrás, que sirve en parte como introducción.

La nueva Sombra (2946 T.E., entrado el verano)


La aventura es una adaptación de un relato inacabado de Tolkien, con el mismo título, que aparece en Pueblos de la Tierra Media. En realidad, el relato me dio la premisa, y de él tomé parte de la escena inicial, incluidos varios nombres que aparecen por ahí.

La Compañía está formada por:
  • Eberulf, un vengador, hobbit de los Valles del Anduin, buen amigo de Beorn.
  • Caeledin, una erudita, sabia entre los Elfos del Bosque Negro.
  • Astrid, una guerrera, enana procedente de las Colinas de Hierro.
Se encontraban en El lucio y la anguila, taberna de Ciudad del Lago famosa por sus guisos de pescado. La Compañía compartió mesa con Kelda, una costurera de visita familiar (esto es un pequeño avance para una aventura posterior), Orsmid, un artesano del metal (otro enlace para más adelante), y Baldor, un comerciante acompañado de su hijo Belgo. Baldor les dijo que es breve harían marcha hacia el oeste, a través del Bosque Negro, y que buscaba acompañantes (gancho directo para la siguiente aventura). Mientras beben y cenan pueden escuchar a Lodin el Tuerto, que canta sobre un enano imberbe que busca gente aventurera (se trata de Bofri, otro gancho para más adelante).

Los otros hablaban sobre ataques de trasgos en la ciudad; en concreto, se referían a los destrozos en una sastrería justo la pasada noche. Los Héroes hablaron también con Magni, un mercader que ha perdido dos botes en misteriosas circunstancias. Temía que tuviera que ver con un tipo que habló con él para pedirle una "tasa especial de autonomía".

Por otro lado, vieron como un joven (luego identificado como Saelon) trataba de malas maneras a un señor ya mayor (Borlas). Tras marcharse Saelon, los Héroes se acercaron para interrogar a Borlas: el joven era un antiguo conocido y estaba tratando de meterlo en algún grupo, que al parecer usaba la palabra "herumor" como contraseña o saludo. Saelon había invitado a Borlas a acudir con él la noche próxima a un sitio indeterminado.

Con toda esa información se iniciaron las pesquisas de la Compañía. Al día siguiente acudieron al puerto a hablar con Asric, que es quien le lleva los negocios a Magni. Quizá todo estaba relacionado con algunas personas descontentas con la fuerza que estaba tomando Valle. Según ellos, ¡la Ciudad del Lago debía seguir siendo autónoma! Luego fueron a la zapatería atacada, y tuvieron tiempo de perseguir a unos críos. Al parecer, los "ataques de trasgos" no eran más que bufonadas de un grupo de chavales que "jugaban al orco", y la cosa se les fue de las manos. Nada que ver con la otra trama.

Por la noche siguieron a Borlas y Saelon hasta llegar a un almacén, no muy lejos del puerto. Allí vieron entrar a varias personas, incluido un oriental con un extraños cofrecillo. Los Héroes no dudaron en meterse cuando lograron escuchar parte de las preguntas que le hacían al anciano. ¡Parecían dispuestos a sacrificarlo!

Por fortuna, la mayoría de los implicados no estaban dispuestos a combatir, y ni siquiera tenían claro que aquello fuese algún tipo de secta. Sí hubo algo de rifirrafe, claro, y el oriental pronunció "herumor" hacia el cofre, cuya tapa estaba adornada con una estatuilla de una criatura serpentina. De allí surgió una niebla densa, que le sirvió al oriental para intentar escapar. Pero los Héroes no estuvieron desprevenidos, y lograron alcanzarle con una flecha. Herido de muerte, el oriental lanzó la caja al lago, en cuyas aguas se perdió de vista.

Y el tiempo no dio para más. Llegada de la guardia, despedida y cierre. Unos días de descanso y Ciudad del Lago es ahora uno de sus Refugios seguros. A partir de ahí, una campaña por jugar. Espero poder ir actualizándoles.