No suelo publicar dos entradas seguidas con el mismo tema, pero como hace un mes desde la última, tendré que apechugar y tirar adelante.

Han sido tres las veces que nuestro grupo de juego se ha reunido para disfrutar de una buena trama al ritmo de los dados rebotando por la mesa. El número de asistentes ha variado bastante, y me ha hecho preguntarme cómo narices me lo montaba no ha mucho para mantener a los personajes en la trama, aunque el número de jugadores disminuyera o aumentara. Ahora no me preocupo tanto por saber dónde está cada personaje y lo que está haciendo, sino que, con un 'pop' los personajes cuyos jugadores no han acudido a la cita desaparecen para permanecer en el limbo hasta la próxima partida. Luego escalo convenientemente los encuentros de combate, y solucionado.
Finalmente, por falta de tiempo (espero que el proyecto en que ando metido vea la luz a primeros de año), para las sesiones en el Plano de las Sombras sólo pude adaptar Vecna Reborn. Pero le añadí parte del plan de Die, Vecna, die!, con algunas adiciones especiales de mi propia cosecha.

En primer lugar, fue una sorpresa para ellos que las aguas de los canales de la ciudad, densas y de un color negro, tuvieran la propiedad de disolver toda la materia orgánica no viva. Así que, de buenas a primeras, los personajes se quedaron sin cuerdas ni mochilas, y desnudos a excepción de las armaduras.
El primer momento de peligro llegó de la mano de una especie de lagarto enorme (unos tres pisos de altura), con un extraño apéndice luminoso a modo de lengua. Casi como una mezcla de Godzilla y pez abisal. Un afortunado sortilegio de Taffel salvó a un par de personajes de ser engullidos por el monstruo.
El grupo del último día. Faltó uno para hacer un pleno |
Así las cosas, las Garras se dirigieron hacia la fortaleza, donde pudieron entrar sin problemas, encontrándose con un panorama desolador. La población, oprimida por los guardias y los no-muertos, desfallecía de hambre y agotamiento. Nuestro grupo acudió a la residencia de la embarazada, que resultó ser la Casa de los Locos. Allí conocieron al encargado del lugar y al llamado Rey de los Locos, un extraño personaje.
El inicio del combate contra Sveras |
Finalmente, tras averiguar diversa información hablando con unos y con otros, aprender una sencilla e intrigante profecía, y descubrir que Neograr es en realidad Sveras el Nigromante (responsable de la ruina del Reino de Aorista, mil años atrás), el grupo acudió a su palacio para ver si podían, simplemente, comentarle unos cosillas.
Un momento muy duro para las Garras |
Nuestros héroes, ya repuestos, comenzaron la persecución que les llevó fuera de la fortaleza, a unas viejas ruinas donde se celebraba un extraño ritual. En sendos altares, se hallaban dispuestos el bichejo azul (en cuyo interior se encontraba Grar) y el Rey de los Locos; dos trasnos de fiero aspecto tenían las armas prestas para matarlos. Al fondo, la embarazada estaba dando a luz, lo que suponía que la profecía se estaba cumpliendo.
Con esta cara de pillín, yo no me fiaría |
Gracias al poder de Grar, los PJs pudieron regresar del Plano Sombrío, pero lo que encontraron no les alegró el corazón: Canalburgo, de alguna manera, era una zona de guerra; los gritos de la población llegaban hasta ellos a través de los canales, y cientos de columnas de humo anunciaban la presencia de incendios. ¡Cliffhanger!
Es que hay veces que hay que saber claudicar. Claro, que solemos darnos cuenta cuándo la mitad del grupo ya no combate, sino sobrevive. Y la otra mitad se está pisando las tripas... O similar.
ResponderEliminarEn fin, la verdad es que sólo queremos llegar hasta la Casa del Reino Perdido, pero parece que habrá que llegar abriéndose paso a toñas. Así sea!
Creo que lo más difícil para un grupo es saber cuando retirarse, porque luchar hasta el final no siempre es una buena idea, pero eso a veces los jugadores ni se les pasa por la cabeza hasta que ya no hay vuelta atrás.
ResponderEliminarPor cierto, gran módulo el de Vecna Reborn.
Y vaya pasada de grupo de jugadores¡¡¡¡
Saludos, compañero¡¡
Efectivamente, a mí, como buen máster-mamá que soy a veces, me da miedito meter caña, pero en otras ocasiones creo que es una buena lección que el grupo se sufra un descalabro. Siempre que el varapalo sea justo y merecido, según sus acciones.
ResponderEliminarY sí, Fatelux, con las últimas incorporaciones, mi comedor se nos hace pequeño.
Gracias por la visita. ¡Nos leemos!
Las sesiones parece que fueron una pasada :)
ResponderEliminarUna pregunta, las balsas de los zingaros... ¿de que estaban hechas?
Pues sí, los jugadores se portaron bastante bien.
ResponderEliminarLo que no anduvieron es muy atentos con ese detalle que comentas. ¡Buena observación!
Me di cuenta de esa pequeña incongruencia mientras preparaba la partida, así que la usé en mi propio beneficio: las balsas están fabricadas usando palofirme, un árbol que crece en las pantanosas tierras que rodean Canalburgo. El palofirme, convenientemente tratado, soporta muy bien la humedad y el paso del tiempo. Además, cualquier elemento defensivo fabricado con palofirme obtendrá una protección contra el ácido.
Lo malo es que los jugadores ni se enteraron, pero ya lo usaré de alguna otra manera.