Vamos entonces a suponer que ya ha pasado un breve lapso de tiempo de aquello:
- El grupo regresó a Albor con los ingredientes y convencidos de haber acabado con el "distribuidor" de tan ponzoñosa sustancia.
- Se les curó como buenamente se pudo, entablillando sus huesos quebrados y vendando sus magulladuras.
- Las gentes de la aldea, demostrada la efectividad del antídoto, rindieron homenaje al héroe caído con una multitudinaria despedida, y una gran pira cuyos restos fueron enterrados en un pequeño túmulo a la entrada del pueblo. También se le ha encargado a un escultor local la factura de un pequeño obelisco que recuerde por siempre el valor de aquel extranjero: Yace aquí Jirebrak van Jertz, que salvó de la plaga al pueblo de Albor en el 1520 según el Cómputo del Trono de Zafiros.
- Levantada la cuarentena, los muelles recuperaron su actividad normal, y pronto estuvieron listas las barcazas que partirían hacia Trasutür. En ellas viajaban los Cayados de Levante, y allí conocieron a Balkar, un extraño mercenario con un toro como montura. De alguna manera (esto ya lo rolearemos rápidamente) se inició una amistad, y ahora Balkar es un nuevo miembro del grupo.
- Algunos días después, sin tener los huesos completamente recuperados, los Cayados de Levante llegaban a los Bosques de Utür, donde el dragón Belärthrinox Magnus el Verde tiene su guarida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario