Séptimo capítulo de Las Dos Torres, que continúa con la línea argumental de Aragorn, Legolas, Gimli y Gandalf, en su viaje desde Edoras. Este episodio tiene bastante más movimiento que los anteriores, así que el resumen será un poco más extenso.
En el libro:
Los rohirrim se dirigen hacia los vados de Isen, donde los hombres del rey contenían a las tropas de Saruman, pero al segundo día de marcha, un jinete les alcanza y les cuenta que han sido derrotados y que el muro de contención ha caído, pues Saruman ha usado todas sus fuerzas, e incluso ha armado a los montañeses y pastores salvajes para lanzarlos contra los rohirrim. Erkenbrand, el líder del Folde Oeste, se ha replegado hacia la fortaleza del Abismo de Helm, y los demás se han dispersado.
Théoden decide dirigirse hacia el Abismo, en lugar de seguir hacia los vados. En ese momento, Gandalf decide abandonarlos para cumplir una misión de la que nada cuenta. «Le dijo una palabra a Sombragrís y como una flecha disparada desde un arco, el caballo echó a correr. Apenas alcanzaron a verlo partir: un relámpago de plata en el atardecer, un viento impetuoso sobre las hierbas, una sombra que volaba y desaparecía».
Se describe el desfiladero llamado Abismo de Helm, con la torre de Cuernavilla y el muro que cerraba el lugar.
Cuando el grueso de los jinetes llega a la entrada del valle, los exploradores regresan para anunciar que unos jinetes montados en lobos lo ocupan, y que una horda de orcos y hombres salvajes avanza hacia el sur desde los vados del Isen. Es posible que Erkenbrand sea capturado antes de alcanzar la Puerta de Helm. La tropa avanza por el desfiladero y, perseguidos de cerca por los orcos, logra alcanzar la empalizada que, a un cuarto de milla de la Puerta, constituye una primera defensa. Encuentran una guarnición establecida allí por Erkenbrand antes de partir a los Vados del Isen. Gamelin es su jefe y les pone en antecedentes: «Quizá contemos con unos mil hombres (...). Pero la mayoría ha visto muchos inviernos, como yo, o demasiado pocos, como el hijo de mi hijo, aquí presente. (...) Atrás, en las cavernas del Abismo, están las tres cuartas partes de los habitantes del Folde Oeste, viejos y jóvenes, niños y mujeres». El rey y su séquito atraviesan las puertas, y Eomer distribuye a sus tropas para defender el Muro del Bajo (que tiene «veinte pies de altura»).
Pasada la medianoche, el enemigo toma la empalizada y obliga a la guarnición a retroceder. Comienza a caer un aguacero, mientras la horda de orcos gigantescos y montañeses salvajes va ascendiendo. Flechas y pedruscos los ponen en desbandada, pero una y otra vez se repliegan y avanzan, alcanzando cada vez un punto más alto. Finalmente, un par de arietes surgen de entre sus filas y avanzan hacia la Puerta. Eomer y Aragorn, junto a un puñado de valientes, salen por una poterna y atacan a los que manejan los arietes, logrando dispersarlos gracias en buena parte al fuego blanco con que resplandece Andúril. Mientras los héroes se repliegan, un grupo de orcos se lanzan sobre ellos y hacen caer a Eomer; en ese momento, Gimli salta hacia ellos: «Un hacha osciló como un péndulo. Dos orcos cayeron, decapitados. El resto escapó».
Comienza entonces la competición entre Legolas y el enano: Gimli lleva dos en su cuenta; su compañero, que ha vaciado el carcaj, por lo menos veinte.
Los rohirrim amontonan piedras tras la poterna y barrican de hierro los portales, y sus enemigos tratan de ascender las murallas usando escalas de cuerda. «Los hombres de Rohan empezaban a sentirse fatigados. Habían agotado todas las flechas y habían arrojado todas las lanzas; las espadas estaban melladas y los escudos hendidos». En ese momento, un buen número de orcos ataca desde el Abismo, pues habían logrado escabullirse hacia el canal y buscar su oportunidad. Gimli, acompañado de Gamelin y algunos guardias, logra deshacerse de ellos. Luego refuerzan esa entrada con piedras y regresan a la muralla. La cuenta sigue aumentando: el enano ha alcanzado veintiuno, pero Legolas lleva dos docenas, pues sobre la muralla hubo un combate, y usó sus puñales.
De repente hay «un estallido atronador, una brusca llamarada y humo», y un boquete se abre en el muro, por el que penetra una horda de orcos. Los rohirrim se ven obligados a replegarse. Aragorn y Legolas entran en la ciudadela, pero Eomer, Gamelin y Gimli se quedan combatiendo a la entrada del Abismo. Aragorn habla con el rey: Théoden tiene intención de cargar contra la horda con la intención de abrirse paso, o tener «un fin digno de una canción... si queda alguien para cantar nuestras hazañas».
Los orcos vuelven a usar el «fuego de Orthanc» para derribar la puerta del muro, y en ese momento, al amanecer, resuena el cuerno de Helm, que da nombre a Cuernavilla, y Théoden, Aragorn y otros jinetes se lanzan sobre ellos. Desde las cavernas del Abismo, cargan también los hombres del rey, y juntos alcanzan la empalizada. Allí contemplan que el valle ha sido ocupado, de la noche a la mañana, por un bosque de grandes árboles. Aparece entonces en una cima cercana un jinete vestido de blanco, con más de un millar de hombres a pie, liderados por Erkenbrand. Cargan Théoden y los suyos, y también Erkendrand con su hueste. Los orcos huyen: «Pasaron, gimiendo, bajo la acechante sombra de los árboles; y de esa sombra ninguno volvió a salir».
En la peli:
Hemos dicho que el resumen sería un poco más extenso, pero ni punto de comparación con lo que hacen los guionistas de la adaptación, que convierten este capítulo, con un par de añadidos, en aproximadamente una hora de metraje (más de un cuarto de la película). Y como todas las tramas de esta entrega van alternándose en pantalla, el resultado es que Las Dos Torres parece más una película de guerra que cualquier otra cosa.
Con el viaje desde Edoras da comienzo el segundo DVD de la película, en una serie de escenas que sólo marginalmente tienen como punto de partida el libro que adaptan. Mujeres enanas crea una escena simpática gracias a tomar como personaje gracioso, como no, a Gimli; aunque hay que reconocer que esta vez esta medio justificado (sin embargo, recordemos que Eowyn y los refugiados se dirigen a El Sagrario, y no marchan con los jinetes). Uno de los Dúnedain, añadido en la versión extendida, es algo de agradecer, ya que logra poner un poco en perspectiva al personaje de Aragorn, que no en vano tiene 87 años cuando transcurre la Guerra del Anillo (pero el viejo vigoroso no se marchita). La Estrella de la Tarde es sólo un recuerdo que el montaraz tiene de su amada, y sólo tiene sentido por las escenas que vienen poco después. Los guionistas trataron bien el tema del amor entre una elfa y un humano, pero no lo hicieron tan bien con el personaje de Elrond: su afecto por su hija parece que de alguna manera ensombrece su opinión sobre Aragorn. O tal vez es impresión mía. De todas formas, es una escena que aporta poco más que El destino de Arwen (la cual aparece poco más adelante), lo que explica que sea un añadido a la versión extendida.
Los lobos de Isengard es un completo desastre que añade una trama inexistente, anunciada ya con las escenitas de Brego y de Éxodo de Edoras en el anterior capítulo. Los refugiados sufren un ataque de jinetes de huargos. Un ataque que no está en el libro, por supuesto, y cuya consecuencia principal es que Aragorn se despeña por un acantilado. Además, Háma, el ujier del rey Théoden del que nada se dice en el presente capítulo, es el primero que fallece a manos de los ¿lobos? En serio, ¿eso son huargos? Supuestamente los huargos son lobos grandes e inteligentes, que suelen guiar a bandadas de lobos. Ya aparecieron como montura de los orcos en El hobbit, pero en este episodio sólo se los nombra. Pero es que, ¡no dejan de ser lobos grandes y fieros! ¿Qué narices han creado para la película? Por su cruz elevada y el tamaño de su cuello podrían pasar por hienas, pero su cara me recuerda a la de Stitch, ¡el de Lilo & Stitch!
Sigue El Abismo de Helm, con los refugiados llegando a la fortaleza y seguidos poco después por los jinetes. En Las fuerzas de Isengard se deja bastante claro que el fuego de Orthanc del que se habla en la película es pólvora, y aparece trazado el plan de Saruman.
La gracia de los Valar, El destino de Arwen y, después de un salto sobre el hilo argumental de Sam y Frodo, El retorno de Aragorn son escenas derivadas únicamente de la trama extra añadida por los guionistas. Todas ellas aportan poco a Las Dos Torres.
En Las cavernas, se agradece que se pegue un vistazo, aunque sea rápido, a las Cavernas Centelleantes. Lo que ya no es tan correcto es que Legolas sufra tal episodio de desesperanza, y que cuando los tres compañeros son armados (algo que transcurre en Edoras) tenga lugar otro momento de humor a costa del enano. Su continuación, ¿Qué ha sido del jinete y su caballo?, pone en labios de Théoden el poema que cantara Aragorn, también en el capítulo anterior. Théoden comienza así su periplo épico. En esta escena le acompaña el supuesto Gamelin. Digo supuesto porque al personaje ya lo vimos en el salón del trono, junto a Háma, mientras que Gamelin es el viejo a cargo de la guarnición de Cuernavilla, que aquí no aparece.
Las huestes de los Eldar es otro golpe en los morros. ¿Haldir, señor de los vigilantes de Lórien, acude a proteger el Abismo de Helm? ¿En serio? No hay elfos en esta lucha, salvo Legolas, y desde luego no vendría Haldir a traer un «mensaje de Elrond de Rivendel»; como mucho vendría de parte de la Dama Galadriel. A continuación vienen las escenas de lucha, como ya hemos dicho alternadas con otras tramas: La batalla de la fortaleza que escenifica el acercamiento de los uruk-hai de la Mano Blanca; La fractura del muro, con el uso del fuego de Orthanc; Retirada, con el repliegue hacia la ciudadela y Eorlingas, con la carga de Théoden. En la versión extendida se añade, de forma un tanto brusca, Fangorn llega al Abismo de Helm, con los orcos escapando hacia los árboles y muriendo bajo su sombra.
Hay varios cambios menores, por supuesto: la salida por la poterna de Aragorn y Gimli, solos, con una pequeña broma traída desde Moria; que la carga al amanecer sea idea de Aragorn ante la desesperanza de Théoden; y la ausencia de Eomer, que sustituye a Erkenbrand en la carga final (que éste realiza a pie, no a caballo). Por otro lado, los guionistas han reducido a trescientos el número de defensores, cuando en el libro se dice específicamente (y eso es raro, porque casi nunca se habla de la cantidad de tropas de los ejércitos) que era de dos mil («más de mil» traía Théoden desde Edoras y «quizá mil» estuvieran junto a Gamelin), y son demasiado exactos al hablar de diez mil orcos, que en el libro forman una horda y hasta este punto únicamente se aproxima su número cuando se dice que son más numerosos que los rohirrim que avanzan desde Edoras (en un par de capítulos más sí hay un par de indicaciones que deja la cifra en diez mil, entre orcos y semiorcos).
En definitiva, un sencillo capítulo sobre una batalla, que ha sido extendido hasta abarcar y "protagonizar" la película al completo. En esta ocasión no veo que los cambios sean acertados, ni que añadan nada importante.
El próxima día seguiremos por El camino de Isengard.
De repente hay «un estallido atronador, una brusca llamarada y humo», y un boquete se abre en el muro, por el que penetra una horda de orcos. Los rohirrim se ven obligados a replegarse. Aragorn y Legolas entran en la ciudadela, pero Eomer, Gamelin y Gimli se quedan combatiendo a la entrada del Abismo. Aragorn habla con el rey: Théoden tiene intención de cargar contra la horda con la intención de abrirse paso, o tener «un fin digno de una canción... si queda alguien para cantar nuestras hazañas».
Los orcos vuelven a usar el «fuego de Orthanc» para derribar la puerta del muro, y en ese momento, al amanecer, resuena el cuerno de Helm, que da nombre a Cuernavilla, y Théoden, Aragorn y otros jinetes se lanzan sobre ellos. Desde las cavernas del Abismo, cargan también los hombres del rey, y juntos alcanzan la empalizada. Allí contemplan que el valle ha sido ocupado, de la noche a la mañana, por un bosque de grandes árboles. Aparece entonces en una cima cercana un jinete vestido de blanco, con más de un millar de hombres a pie, liderados por Erkenbrand. Cargan Théoden y los suyos, y también Erkendrand con su hueste. Los orcos huyen: «Pasaron, gimiendo, bajo la acechante sombra de los árboles; y de esa sombra ninguno volvió a salir».
En la peli:
Hemos dicho que el resumen sería un poco más extenso, pero ni punto de comparación con lo que hacen los guionistas de la adaptación, que convierten este capítulo, con un par de añadidos, en aproximadamente una hora de metraje (más de un cuarto de la película). Y como todas las tramas de esta entrega van alternándose en pantalla, el resultado es que Las Dos Torres parece más una película de guerra que cualquier otra cosa.
Con el viaje desde Edoras da comienzo el segundo DVD de la película, en una serie de escenas que sólo marginalmente tienen como punto de partida el libro que adaptan. Mujeres enanas crea una escena simpática gracias a tomar como personaje gracioso, como no, a Gimli; aunque hay que reconocer que esta vez esta medio justificado (sin embargo, recordemos que Eowyn y los refugiados se dirigen a El Sagrario, y no marchan con los jinetes). Uno de los Dúnedain, añadido en la versión extendida, es algo de agradecer, ya que logra poner un poco en perspectiva al personaje de Aragorn, que no en vano tiene 87 años cuando transcurre la Guerra del Anillo (pero el viejo vigoroso no se marchita). La Estrella de la Tarde es sólo un recuerdo que el montaraz tiene de su amada, y sólo tiene sentido por las escenas que vienen poco después. Los guionistas trataron bien el tema del amor entre una elfa y un humano, pero no lo hicieron tan bien con el personaje de Elrond: su afecto por su hija parece que de alguna manera ensombrece su opinión sobre Aragorn. O tal vez es impresión mía. De todas formas, es una escena que aporta poco más que El destino de Arwen (la cual aparece poco más adelante), lo que explica que sea un añadido a la versión extendida.
Los lobos de Isengard es un completo desastre que añade una trama inexistente, anunciada ya con las escenitas de Brego y de Éxodo de Edoras en el anterior capítulo. Los refugiados sufren un ataque de jinetes de huargos. Un ataque que no está en el libro, por supuesto, y cuya consecuencia principal es que Aragorn se despeña por un acantilado. Además, Háma, el ujier del rey Théoden del que nada se dice en el presente capítulo, es el primero que fallece a manos de los ¿lobos? En serio, ¿eso son huargos? Supuestamente los huargos son lobos grandes e inteligentes, que suelen guiar a bandadas de lobos. Ya aparecieron como montura de los orcos en El hobbit, pero en este episodio sólo se los nombra. Pero es que, ¡no dejan de ser lobos grandes y fieros! ¿Qué narices han creado para la película? Por su cruz elevada y el tamaño de su cuello podrían pasar por hienas, pero su cara me recuerda a la de Stitch, ¡el de Lilo & Stitch!
Sigue El Abismo de Helm, con los refugiados llegando a la fortaleza y seguidos poco después por los jinetes. En Las fuerzas de Isengard se deja bastante claro que el fuego de Orthanc del que se habla en la película es pólvora, y aparece trazado el plan de Saruman.
La gracia de los Valar, El destino de Arwen y, después de un salto sobre el hilo argumental de Sam y Frodo, El retorno de Aragorn son escenas derivadas únicamente de la trama extra añadida por los guionistas. Todas ellas aportan poco a Las Dos Torres.
En Las cavernas, se agradece que se pegue un vistazo, aunque sea rápido, a las Cavernas Centelleantes. Lo que ya no es tan correcto es que Legolas sufra tal episodio de desesperanza, y que cuando los tres compañeros son armados (algo que transcurre en Edoras) tenga lugar otro momento de humor a costa del enano. Su continuación, ¿Qué ha sido del jinete y su caballo?, pone en labios de Théoden el poema que cantara Aragorn, también en el capítulo anterior. Théoden comienza así su periplo épico. En esta escena le acompaña el supuesto Gamelin. Digo supuesto porque al personaje ya lo vimos en el salón del trono, junto a Háma, mientras que Gamelin es el viejo a cargo de la guarnición de Cuernavilla, que aquí no aparece.
Las huestes de los Eldar es otro golpe en los morros. ¿Haldir, señor de los vigilantes de Lórien, acude a proteger el Abismo de Helm? ¿En serio? No hay elfos en esta lucha, salvo Legolas, y desde luego no vendría Haldir a traer un «mensaje de Elrond de Rivendel»; como mucho vendría de parte de la Dama Galadriel. A continuación vienen las escenas de lucha, como ya hemos dicho alternadas con otras tramas: La batalla de la fortaleza que escenifica el acercamiento de los uruk-hai de la Mano Blanca; La fractura del muro, con el uso del fuego de Orthanc; Retirada, con el repliegue hacia la ciudadela y Eorlingas, con la carga de Théoden. En la versión extendida se añade, de forma un tanto brusca, Fangorn llega al Abismo de Helm, con los orcos escapando hacia los árboles y muriendo bajo su sombra.
Hay varios cambios menores, por supuesto: la salida por la poterna de Aragorn y Gimli, solos, con una pequeña broma traída desde Moria; que la carga al amanecer sea idea de Aragorn ante la desesperanza de Théoden; y la ausencia de Eomer, que sustituye a Erkenbrand en la carga final (que éste realiza a pie, no a caballo). Por otro lado, los guionistas han reducido a trescientos el número de defensores, cuando en el libro se dice específicamente (y eso es raro, porque casi nunca se habla de la cantidad de tropas de los ejércitos) que era de dos mil («más de mil» traía Théoden desde Edoras y «quizá mil» estuvieran junto a Gamelin), y son demasiado exactos al hablar de diez mil orcos, que en el libro forman una horda y hasta este punto únicamente se aproxima su número cuando se dice que son más numerosos que los rohirrim que avanzan desde Edoras (en un par de capítulos más sí hay un par de indicaciones que deja la cifra en diez mil, entre orcos y semiorcos).
En definitiva, un sencillo capítulo sobre una batalla, que ha sido extendido hasta abarcar y "protagonizar" la película al completo. En esta ocasión no veo que los cambios sean acertados, ni que añadan nada importante.
El próxima día seguiremos por El camino de Isengard.
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