Durante la última partida, hubo un momento en que el jugador que lleva a nuestro querido cábiro, menos ducho en cuestiones mágicas de lo que convendría a su personaje, quiso teletransportarse para conseguir pasar más allá del combate que estaba teniendo lugar entre nuestros esforzados héroes y una panda de desharrapados esqueletos.
Naturalmente, como Narrador le pregunté que, usando las reglas de magia, me dijera cómo. Acudieron en su ayuda Rob y Guille, más versados en el arte del Poder, pero le desaconsejaron que buscara una solución al problema. Me gustó sobre todo la frase de Vilem, que fue más o menos como sigue: "Lo que no han podido resolver los grandes magos durante generaciones, lo vas a hacer tú ahora".
El caso es que, tras pensarlo detenidamente, me asombra que las reglas tan fantásticamente creadas por el Narrador (o sea, por mí), no contemplen esa circunstancia. He llegado a una solución que hace posible realizar ese tipo de magia, aunque ahora entenderéis por qué, debido a la mortandad causada en los intentos, la Universidad busca una nueva fórmula.
Ésta es la expresión:
Destructio auto-Corporis et Regnum auto-Mentis Animaque et Re-Creatio auto-Corporis
Analicemos detalladamente la secuencia, y veamos sus consecuencias y, en la medida de lo posible, su gasto energético.
La primera parte, fácilmente inteligible, se encarga de destruir el cuerpo del lanzador. Así, como si nada. Para realizarlo, el gasto en Puntos de Poder deberá igualar el peso del lanzador para poder afectarle (3 PP para Taffel, pero 4 PP es lo más habitual), además de sumarse al elemento Corporis (1 PP), y luego realizar el daño oportuno para reducir a la nada su cuerpo (si suponemos que el daño es máximo -ya que se lo hace a sí mismo, se permite un crítico automático-, Taffel necesitará llegar a 30 puntos de daño, lo que serían 5d6, es decir, 5 PP). Otra cosa adicional es que el sortilegio debe lanzarse en concentración, lo que conlleva un gasto a partir de 1 PP adicional por asalto a partir del siguiente. Eso sí, por estar concentrado y sufrir daño, el lanzador debe superar una tirada de Voluntad, con una dificultad de 10 + daño/5 (es decir, 16); en el tercer punto veremos las consecuencias de fallar. Además, para superar el trauma que resulta de ver destruido su cuerpo, el lanzador debe superar una tirada de Voluntad, con una dificultad de 25. Si la falla, muere, y por supuesto, el sortilegio termina; si además la falla por 15 o más, el lanzador se convertirá en un fantasma que vagará por la zona maldiciendo su estupidez (y no sería el primero al que le pasa).
La segunda parte se encarga de mover la esencia vital del lanzador (su mente y su alma). Como no dispone de cuerpo, ya que lo ha destruido en el paso anterior, debe usar la magia para ello. El gasto en PP depende de la distancia (1 PP por cada 3 metros, en este caso supongamos 6 PP), que deberá sumarse a los elementos Mentis (1 PP) y Anima (2 PP). Por supuesto, lanzar esa segunda parte manteniendo activo el primer sortilegio le obliga a otra tirada de Voluntad, con una dificultad de 10 + PP gastados (19 en este caso).
La tercera parte del sortilegio se encarga de volver a formar el cuerpo del lanzador. El coste es el mismo que en la primera parte (9 PP), pero únicamente es posible si el lanzador ha sido capaz de mantenerse concentrado en todo el proceso. Si no lo ha sido, la expresión Re-Creatio debe modificarse por Resurrecto, que tiene una complicación tal que ni siquiera vamos a considerarla. Una vez el lanzador ha recreado su cuerpo, debe superar una tirada de Empatía, con una dificultad de 25, para poder instalar su mente y su alma en el nuevo cuerpo, y que no haya "rechazo".
Resumiendo, el gasto es de 9 + 9 + 9, más 1 por cada asalto en que deba mantener la concentración (sabiendo que el Intelecto de Taffel es 9, al menos 3, para un total de 30 PP), pero debiendo superar tres tiradas de Voluntad (con dificultades de 16, 25 y 19) y una de Empatía (con dificultad 25). No es imposible, pero sí altamente desaconsejable. Esta es la razón de que se intenten construir portales de teletransporte, que aseguren la permanencia vital de los que realicen el salto.
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