Más que reseña, un vistazo rápido.

Afortunadamente, eso no pasa con Emperador de Ansalon. Y ya es raro, porque la obra trata del ascenso de lord Ariakas, quien será el paladín de Takhisis, la diosa malvada, durante la Guerra de la Lanza. Cuando uno entra a la ambientación de Dragonlance por donde toca (es decir, por las Crónicas), encuentra que las legiones del Mal están dirigidas por un humano montado en un dragón rojo. Y poco más.
Doug Niles logra, en las casi trescientas páginas de esta novela, crear una historia relativamente original a partir de tan escaso bagaje. Me esperaba una caída hacia el Mal, una espiral de decadencia sin mucho sentido (como en Lord Soth), por lo que me sorprendí bastante cuando me encontré leyendo con interés una historia que es, mutatis mutandis, el ascenso de un héroe elegido. El peso ético de un paladín más tópico es nulo, por supuesto, y es sustituido por la falta de escrúpulos. Se agradece, empero, que no exista violencia gratuita: el personaje no es malvado, aunque será considerado malvado por aquéllos que se enfrenten a él, ya que no duda en aplastar la resistencia que encuentra contra los planes de su señora.
Tampoco es una obra para tirar una mascletà, pues la estructura débil y los personajes con pocas facetas parecen formar parte del sello personal del tío Niles, pero al menos es una lectura ágil y con su puntito original, que le da al antagonista de las Crónicas el trasfondo que se le negó en esa trilogía.
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