La etiqueta de "Mitología" señala las entradas que incluyen la descripción de los panteones en el entorno de Lüreon. En entradas anteriores, he resumido algunos aspectos de la Tríada duerga, y de los antiguos Poderes de Aorista.
Hoy, sin embargo, me voy a acercar a una deidad cuyo culto es algo más moderno (relativamente). Se trata de Antim, el dios creador, único y poderoso, adorado por los braerios de las tierras centrales. La organización de su Iglesia comienza justamente con el ascenso (en número y en influencia) de las cortes braerias; ascenso propiciado por el brusco final de la cultura oretana, hacia el Ciclo de los Soles 4000.

Para entender esta religión es indispensable recordar el día en que el Emperador de Braeria, Kalio Bene II, se autoproclamó Patriarca de la Iglesia de Antim. Una de sus primeras decisiones fue promulgar una ley según la cual todo uso de la magia debía ser detenido, pues no se trataba más que de una sombra del poder de Antim. Los únicos que escaparían a esta prohibición serían los Guardianes de la Palabra: clérigos sobre cuyos cuerpos la Llama Esmeralda había dibujado las Runas de Poder. Nacía así la Iglesia Rúnica, y durante tres años las Guerras Noumenales se extendieron por toda la superficie de Lüreon. Pero eso es otra historia.

Naturalmente, el pueblo llano necesita muchas veces que la deidad esté más cerca de ellos, y a pesar de la clara existencia de Su Palabra, el culto necesita intermediarios más cercanos. Poco a poco, las leyendas locales, la tradición del recuerdo por los familiares perdidos y el trasfondo militar del Imperio de Braer se fueron uniendo para conformar una suerte de conjunto mítico en torno a la figura de diversos Santos Rúnicos. Se trata de personajes del pasado que, gracias a su decisión en el campo de batalla o a su espíritu de superación, fueron bendecidos por el poder de Antim.
Por una parte, existe una gran celebración a mediados de Carencia durante la cual se recuerda a los guerreros caídos defendiendo las fronteras del Imperio (o tratando de expandirlas), se honra a los heridos o tullidos en esas mismas circunstancias y se agasaja a las familias de unos y otros. Este día se conoce simplemente como el Festival de los Santos Rúnicos, y se disfruta de varias misas solemnes y de un gran banquete en el que los vecinos van desplazándose de vivienda en vivienda con cada uno de los platos. Pero además, a lo largo del año hay ciertas festividades en honor de unos pocos santos particulares: aquéllos que alcanzaron (en vida o ya muertos) un renombre suficiente como para ser bendecidos por la Iglesia Rúnica.
De estos últimos nos encargaremos en un par de entradas futuras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario