Diario de campaña 122: el enorme huargo albino

Ayer tocó partida, pero sólo tres jugadores pudieron acudir a la llamada de las Garras del Fénix.

Dedicamos una parte de la mañana a hablar sobre ciertos problemas con el Sd12 (el coste en Puntos de Acción de la esquiva, sobre todo). Luego, ya metidos en harina, los tres héroes siguieron al draco recién «amaestrado» por Jarad, quien le había enviado a buscar la manada de lobos que estaba poniendo en aprietos a los cazadores de la zona. Concretamente, había una buena recompensa por la cabeza del huargo albino que parecía dirigirlos.

De camino, tuvieron que hacer frente a una tortuga carnívora gigante y a un guadañero (un árbol del que ya les hablaré en todo momento). Finalmente, encontraron a la manada de lobos, compuesta por más de dos docenas de ejemplares (afectados al parecer por la rabia) y cinco huargos, cuyo alfa medía dos metros hasta la cruz.

El combate contra los peligrosos animales llevó un buen rato, y aunque los lobos no eran rival para las armaduras de los personajes (coincidía que eran los tres con la Protección más alta del grupo), el hecho de que el huargo realizara daño por aplastamiento en lugar del daño habitual condujo a que Vilem estuviera a las puertas de la muerte. Finalmente, el hacha de Jarad logró hender el cráneo del huargo, y con unos cuantos golpes más la victoria se fue de su parte.

Luego acudieron al enclave comercial de Olgo, junto al resto del grupo, para reponer fuerzas. Eso nos dio una oportunidad, algo escasa, de rolear. Pero algo es algo.

Objetivos cumplidos hasta el momento en «Los Peligros de Bosquesquilmado» (entre paréntesis incluyo sólo lo nuevo):
  • Lugares visitados: 19/38.
  • Recompensas logradas: 4/5 (tortuga carnívora y huargo albino).
  • Rumores comprobados: 6/12 (gigante errante).
  • Misiones secundarias: 2/??.

3 comentarios:

  1. ¿Vilem a las puertas de la muerte? No habrá vuelto a quitarse la armadura, ¿verdad?

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    1. No, es sólo que Jarad lo lanzó hacia las fauces del huargo... La idea era que así se saltaban el tener que matar a los pobres lobos que los tenían trabados, pero creo que les salió un poco mal.

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    2. Pero si mi mejor época cómo guerrero fue sin la armadura, ahí, esquivando, corriendo cómo un condenao, etc...


      A los lobos nos los saltábamos de otra forma. Peste de democracia. ¡Pero fue divertido servir de mordedor!

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