Mitología alana (y II)

Ya vimos la mitad de las ocho deidades principales de las ciudades-estado alanas en esta entrada. Hoy finalizamos con la serie.

Kerägleo. El señor del comercio, cuyos símbolos son la paloma y la encina. Se le representa generalmente como un hombre sosteniendo una bolsa de monedas, a veces montado en un carro. Es adorado principalmente en la ciudad de Qeraglis. Su culto está en alza, y la captación de nuevos fieles se lleva a cabo con cierto celo. La organización del culto es informal, y sus ramas son en su mayor parte independientes. Como a los miembros suele gustarles vagar por Lüreon, los puestos de los templos que quedan desocupados se ceden a los que llegan. Se espera de sus miembros que vivan de la tierra y trabajen como guías y protectores de viajeros, caravanas y expediciones. Se les ha encomendado la búsqueda de los viejos portales de transporte, que pueden resultar muy útiles para el comercio y la exploración. Normalmente se le venera en pequeñas capillas, algunas en ciudades y otras en lugares apartados y remotos.

Leata. La diosa de la justicia, representada como una mujer con una espada en una mano y una balanza en la otra. Sus símbolos son el águila y el avellano, y su mayor templo se encuentra en Aleazar. Es invocada para bendecir matrimonios y confirmar acuerdos. Su culto es fuerte en las áreas civilizadas, y su clero ve el mundo en términos morales bien definidos. En los lugares sin ley, los clérigos de Leata se convierten en jueces, jurados y verdugos.

Mekagraon. La deidad del ingenio y la sabiduría, representada por un joven con un laúd. Sus símbolos son el zorro y el pino, y su templo principal estaba en Mekania, ciudad actualmente abandonada. Es patrón de sabios, bibliotecarios y escribas. Su culto es responsable de la acumulación y distribución de códices y rollos, y acepta a cualquiera que esté interesado en el saber, desde archiveros y sabios enclaustrados hasta bardos itinerantes.

Sindeo. El pastor, adorado en la ciudad de Sinos. Sus símbolos son el carnero y el roble, y es representado por un hombre a caballo, rodeado de ovejas. Su culto, rural y sin pretensiones, es grande en número de fieles, pero no en poder ni en edificios a él dedicados.

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